Los principales problemas psicológicos de ansiedad son:
El trastorno de ansiedad generalizada. Cuando las preocupaciones que tenemos son excesivas, constantes, no podemos desconectar de ellas y se extienden a casi todas las áreas de la vida (el trabajo, la educación de los hijos, asuntos económicos, etc.), podemos estar padeciendo un trastorno de ansiedad generalizada. Como síntomas aparecen: inquietud, fatiga crónica, dificultades de concentración, irritabilidad, trastornos del sueño, tensión muscular y dolores. Esta preocupación generalizada ante tantas situaciones cotidianas, puede acabar interfiriendo en nuestro funcionamiento laboral, académico, social, etc. por lo que requerimos ayuda profesional para poder recuperar nuestro bienestar emocional.
Ataques de pánico. De repente, de forma brusca aparece
un sentimiento de miedo intenso y
espantoso, como si nos fuéramos a morir inmediatamente. Nos puede faltar el
aliento, nos asfixiamos. Puede dolernos el pecho, como si fuéramos a tener un infarto. Tenemos palpitaciones, el
corazón se acelera. La frecuencia cardiaca se eleva de forma intensa. Sudamos,
tenemos sofocaciones o escalofríos. Sentimos náuseas, mareo. Podemos pensar que
vamos a perder el control y volvernos locos. Solo deseamos escapar de la
situación en la que se está produciendo el ataque de pánico que experimentamos.
Toda esta activación alcanza su máximo en solo 10 minutos aproximadamente, y
después, poco a poco, desaparece, pero nos deja muy afectados.
Agorafobia. El paciente siente una intensa ansiedad en
lugares donde escapar puede resultar difícil o en situaciones, como espacios
abiertos y con aglomeraciones de personas,
en las que si sufriera un ataque de pánico, no tendría posibilidades de
recibir la ayuda conveniente. La conducta del paciente se traduce en evitar este
tipo de situaciones, que pueden ser: no salir de casa si no va acompañado de
una persona de su confianza, no quedarse solo en casa, no ir a sitios donde
hayan grandes aglomeraciones humanas, no encerrarse en ascensores, coches,
autobuses, etc. Esta enfermedad interfiere notablemente en la calidad de vida
de la persona, pues la inhabilita para cumplir con obligaciones laborales,
académicas, domésticas, sociales, etc.
Fobia simple. El paciente siente un miedo muy intenso
ante situaciones muy específicas: la sangre, las heridas, las inyecciones,
ascensores, puentes, túneles, conducir un vehículo, perros, cucarachas, etc. El
paciente es consciente de que su miedo es irracional y excesivo, pero no lo
puede controlar.
El miedo que siente el
paciente ante el estímulo fóbico puede anticiparlo y entonces evita la
situación, y así desaparece el intenso malestar que siente, que puede llegar a
convertirse en un ataque de pánico. La fobia que tiene el paciente puede
interferir significativamente en la calidad de vida, limitando las oportunidades laborales o de
diversión (p. ej. Miedo a volar).
Fobia social. El paciente presenta un intenso miedo a
situaciones en las que tiene que interactuar socialmente. Ante estas
situaciones, el paciente anticipa ansiedad, p.ej. hablar en público, mantener una conversación,
ir a fiestas, etc. Es frecuente encontrar en las personas que padecen este
trastorno
un sentimiento de inferioridad y baja autoestima que provoca
preocupación ante la evaluación que de él puedan hacer los otros. Por ej. le
preocupa que lo vean débil, tembloroso, que lo rechacen. El paciente presenta
síntomas como enrojecimiento de la cara, palpitaciones, temblores. Intenta
evitar las situaciones sociales que le generan ansiedad, y eso hace que padecer
este trastorno limite las oportunidades de su propio desarrollo personal.
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